¡Abuelo!

Un chico jugaba con su abuelo en el jardín, y en un movimiento brusco el pelao cae al suelo y se quiebra un dedo de la mano. 
El abuelo lo lleva a la clínica, y allí el médico lo examina:
 
─Su nieto tiene quebrado el dedo –le dijo el médico-, mire como parece una gelatina. Le voy a mandar esta pomada y se la untas todas las noches.
 
A los dos días, el abuelo regresa a casa de su nieto y pudo ver como el dedo del chico estaba tan derechito y duro, gracias a la pomada.
 
El abuelo –maliciosamente– le dice al chico:
 
─Saaa-bes quéee…, Jaaai-mito, teee doooy ciiin-cuenta miiil peee-sos pooor la miii-tad de eeesa pooo-mada.
 
─¡Listo, agüelito!
 
Al día siguiente el abuelo le entrega docientos mil pesos al chico.
 
─Agüelito, pero si sólo eran cincuenta…
 

─¡Síii, miii-jito, peee-ro el reees-to teee looos maaan-da tuuu aaa-buuue-lita!

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