En una casa otoñal, estaban pidiendo donaciones, y un viejito todo desbaratao grita:
-Yo... yo... yo dono mi, mi pajarito.
La gente empezó a aplaudirlo y le decían:
-¡Que se pare... Que se pare!
Y dice el viejito:
-Noooo... pues, si se para, no lo dono.
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