─¡Eh, abuelo…, ¿por qué no entras?
El abuelo le contesta:
El abuelo le contesta:
─¡No, hija, ya no puedo!
La muchacha le grita de nuevo:
La muchacha le grita de nuevo:
─Y… ¿si probamos?…
El abuelo entra, y funciona como un toro, sin
descansar un instante.
─¡Uf, basta!... –dice la prostituta. ¡Y dices que ya no puedes!
─¡Uf, basta!... –dice la prostituta. ¡Y dices que ya no puedes!
El abuelo le responde:
─¡Ay, mijita,
hacerlo si…, ¡lo que no puedo es pagar!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario