¡Deje
así!...
Mi médico de cabecera, casado con una
pediatra, tiene mellizos de cinco años. Uno de los chicos amaneció un día
con el penecito endurecido, y –muy asustado– le dice a la mamá:
—¡Maaa-mi, maaa-mi!… ¡se me puuu-sió
duuu-lo, duuuuu-lo!
La médica –para tranquilizarlo– le
explica:
—No te preocupes, hijo. Lo que sucede es
que el pene tiene dos cuerpos cavernosos o cámaras a las que –a veces– les
llega sangre que lo hace agrandar y ponerse firme. Pero... no te asustes, mi
amor. Eso es pasajero, y… ¡rápido se te cae!
Y el chino le dice:
—¡Nooo…, maaa-mi! Es que... ¡yo no
quieee-lo que se me caaai-ga…
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