En cine

En la oscuridad de una sala de cine, se escucha el siguiente diálogo:
─Muñeca: ¿De quién son estos ojitos?
─Tuyos, mi amor.
─Y...¿de quién son estas naricitas?
─Tuyas, mi vida.
─Y...¿de quién son estos pechitos?
─Pues, tuyos.
─Y...¿de quién son estas trompitas?
─¡De Falopio!, ¡y... quitá esas manos de ahí!

Valientes


─A ver, Jaimito, dame un ejemplo de alguien que sea muy valiente.
─Mi papá, señorita...
─¿Por qué?
─Porque es bombero, y en cuanto suena la sirena sale a salvar vidas, poniendo en peligro la suya.
─Muy bien. Y..., ¿un ejemplo de cobarde?
─Mi tio José, señorita...
─¿Por qué?
- Porque cuando mi papá sale a apagar incendios, él se mete en la cama con mi mamá, y los dos se ponen a temblar...

Boda india


Se casaban un par de indios y dice el cura:
─Indio: Recuerda que te doy esposa y no esclava...
Y dice la india:
─¡Ah no! Si indio no clava..., india no casarse.

Pastusada

─Oye, Ananías, pásame otro champú...
─Pero si ahí tienes uno, Manolo.
─Si, pero éste dice "pa'cabello seco", y yo ya me lo he mojado, pues.

Sartén

El marido llega a las tres de la mañana a su casa y al abrir la puerta encuentra a su mujer con una sartén en la mano, a punto de darle en la cabeza.
El marido le dice:
─Mi amorcito: ¿me vas a fritar un huevo?
─¡No..., los dos!

Camas separadas

Un par de viejitos tenían 50 años de casados, fueron al médico y éste les dice:
─Si ustedes quieren vivir más años, no pueden volver a hacer el amor, estan muy delicados de salud, yo les recomiendo que separen sus alcobas y cada uno duerma por separado, ¡es lo mejor!
El viejito muy temeroso, llego a casa y cambió su cuarto para el segundo piso dejando a la vieja en el primero.
Ya acostado y como a las 2 de la madrugada, sintió que tocaban la puerta con mucho desespero.
─¿Qui...quien es?
─¡Una viejita..., que se quiere morir!

Doble inyección

El papá está haciendo el amor con la mamá, Pepito -su hijo- los vé y les pregunta:
─¿Ustedes qué están haciendo?
El papá le contesta:
─¡Deja hijo, que le estoy colocando una inyección a tu mamá!
─¡Ay papi, entonces mi mamá debe estar muy enferma, porque esta mañana el lechero le puso otra!

Borracho


Un borracho sube a un bus muy lleno y tiene que quedarse de pie, a su lado hay una mujer con unas "pechonalidades" tremendas y con un bebe en los brazos dándole su desayuno, el borracho se queda mirando espantado el panorama, la mujer disgustada le pregunta:
─Oiga señor, ¿nunca ha visto alimentar a un bebe?
─¡Si! si lo he visto, pero estoy confundido...
─¿Confundido?
─¡Si! Usted no me lo va a creer. pero su hijo, ¡me invitó a desayunar!

Con firmeza

Una mañana el marido se despierta y le pellizca una nalga a su mujer y le dice:
─Si hicieras ejercicios para darle firmeza a ese rabito, podríamos librarnos de esas pantaletas.
La mujer se controló y le pareció que el silencio era la mejor respuesta.
Al otro día el marido despierta y le da un pellizco a los senos de su mujer y dice:
─Si consiguieras dar firmeza a esos pechitos podríamos librarnos de ese sosten tan molesto.
Aquello excedió el límite y el silencio definitivamente no era la mejor respuesta.
Entonces ella se volteó hacia él, le agarró de donde sabemos, y le dijo:
 

─Si tú consiguieras dar firmeza a "esto", ¡podríamos librarnos del cartero, del jardinero y del lechero!

Llore pues


Después del desayuno el esposo dudoso le pregunta a su esposa.
─Mi amor, si yo me muero, ¿tú llorarías por mí?
Y ella le responde:
─¡Claro mi amor, si tú sabes que yo lloro por cualquier pendejada!

Milagro


El padre dice en la misa:
─Si tienen fé se sanarán, pongan su mano sobre la parte afectada y el milagro ocurrirá.
Una pareja de viejitos está oyendo el sermón y el viejito baja la mano con disimulo y la pone entre sus piernas. La viejita lo vé y le dice:
─Viejo, el cura dijo milagro..., ¡no resurrección!.

En la clínica


─Señora: ¿usted vende la sangre o la dona?
─¡Ay, dotor!, pues, como está la situación... ¡voy a tener que vender..., la "dona"!

Mi mejor anécdota

Era la época en que los llamados carteles de la droga de Cali y de Medellín estaban en su terrorífica guerra: los capos de Cali enviaban a sus secuaces a ponerle bombas a Medallo y viceversa.
Cada habitante vivía en permanente zozobra y temía por su vida. Al ver o al escuchar el encendido de un fósforo se suponía que era para prender aquel explosivo y destructor artefacto. El golpear de una puerta y, peor aún, el estallido de una llanta eran motivo para que cualquier persona pensara que le había llegado la hora. Cualquier persona que veíamos en la calle con un paquete, o con una caja, de inmediato sospechábamos que ahí llevaba la tan temida bomba.
Estaba, pues, yo en una de las principales vías de la bella villa de Medellín -la avenida Oriental- esperando el bus de Envigado que me llevaría a mi residencia; mientras el tiempo transcurría, pensaba en la espantosa situación que vivíamos los colombianos. Justo, en ese momento, vi a lo lejos una avalancha de gente que corría desesperada. Yo me llené de pánico y me dije: aquí fue mi hora final.
En medio del susto y frunciendo el cu... ello, como pude, me metí en el tumulto. Angustiado, y a la espera del estallido, arranqué a correr a la velocidad que daban mis temblorosas piernas. Al rato, mama’o y con la lengua afuera, le pregunté a uno de los sudorosos parroquianos que por qué corrían tanto; éste me contesto: “Es que vamos en la Gran Maratón de la Solidaridad por Colombia”.